Así como nuestro país ha aportado al mundo con personajes de la talla de Gabriel García Marquéz y Fernando Botero en el arte, de Manuel Elkin Patarroyo y Rodolfo Llinás en la ciencia, de Edgar Rentería y Santiago Botero en el deporte, que nos hacen sentir orgullosos de ser colombianos, también ha contribuido con sujetos que han logrado fama y reconocimiento universales a través de actos antisociales, que nos hacen sentir horrorizados y avergonzados. Uno de ellos es Luis Alfredo Garavito Cubillos, su macabra historia aún esta viva en la memoria de los colombianos.
Luis Alfredo Garavito Cubillos ostenta el nada envidiable título de mayor asesino en serie de la historia colombiana y el de uno de los mayores a nivel mundial. Su historia criminal nos aterra, nos asusta. Entre 1980 y 1999 se convirtió, en el azote de los niños colombianos, en su peor enemigo. Podría decirse, sin exagerar, que alcanzó el nivel de destrucción de las plagas bíblicas: durante ese lapso los persiguió, fue su exterminador.
A Garavito no sólo lo padecimos durante su ciclo asesino sino que arrastraremos con su estigma por los siglos de los siglos. Tiene tal peso en nuestra historia que es muy probable que dentro de 500 años nadie recuerde a unos tales Álvaro Uribe Vélez y Juan Manuel Santos Calderón pero sí a Luis Alfredo Garavito Cubillos. En justicia, deberíamos, por lo menos, derivar algunas enseñanzas de su distorsionada vida; deberíamos estudiarlo en profundidad para minimizar la probabilidad de que casos similares vuelvan a darse y para evitar que, si alguna vez se volviera a presentar, nos gastemos, como con Garavito, 19 años para descifrarlo y resolverlo.
En torno a los asesinos seriales y, específicamente en torno a Garavito, existen múltiples interrogantes. Sobre algunos de ellos, las disciplinas que los han estudiado, como la Psicología, la Sociología, la Criminología, es muy poco lo que pueden decir, respecto a ellos la oscuridad es casi total, constituyen agujeros negros de las ciencias sociales. Otros han sido razonablemente respondidos; sobre éstos, intentaré, desde la óptica de mi disciplina, la psicología forense, proporcionar una respuesta lo más técnica y científica posible.
¿Qué convirtió a Luis Alfredo Garavito en un monstruo de las dimensiones que alcanzó? Respecto a interrogantes como éste, el común de la gente espera explicaciones sencillas, lineales; ello no es posible. Hay claridad respecto a que fenómenos de esta naturaleza no son producto del azar ni de la casualidad y a que el modelo que lo explica es multifactorial; son función no solo de un paquete de variables, algunas de las cuales no han sido plenamente identificadas, sino también de sus interacciones. En definitiva, la respuesta es compleja y está lejos de poder darse.